San Pablo en su carta a los corintios expreso firmemente que no todos están preparados para recibir la comunión: Examínese, por tanto, cada uno a sí mismo, y entonces coma del pan y beba del cáliz, porque el que come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación (I Cor 11, 28-29). Pero de todos modos este texto - aunque las personas para las que estaba destinado el texto originalmente, tal vez sabían algo del tema- para nosotros no esta tan claro.
Por eso el código de derecho canónico establece que el que tenga consciencia de estar en pecado grave o pecado mortal no debe comulgar. C 916. El pecado venial no impide comulgar, solo basta con estar arrepentidos, reconocer que hemos pecado, pedir perdón durante la Misa y cuando se pueda confesarse.
Tenemos de todos modos que tener pendientes que para recibir el cuerpo de Cristo tenemos que estar limpios y estar preparados para ello. No es como comer cualquier pedazo de pan.
Los pecados veniales son pecados leves que no rompen nuestra amistad con Dios, por ejemplo cuando actúas sin consciencia de estar ofendiendo a tu hermano o a Dios, los chismes normales; ya que si es calumnia se convierte en pecado mortal.
Un pecado grave o mortal es un incumplimiento consciente a algún precepto o mandamiento. Como por ejemplo: fornicación, adulterio, idolatría, asesinato, difamación, robar... Estos pecados se llaman mortal porque nos separan espiritualmente de Dios, es la muerte del alma.
En la misma biblia encontramos como habían pecados que eran merecedores de la pena de muerte y otros que bastaba con alguna ofrenda. Para ampliar este dato pueden leer: Gál 3;24, Pro 24;16, 1Co 6;9-10 y Mt 6;12
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