Durante siglos, la única posibilidad de las mujeres fue ocuparse del hogar. Incluso hasta hace no tantos años, era lo más común que nuestras madres o abuelas se dedicaran completamente a los quehaceres domésticos y no tuvieran un empleo remunerado. Últimamente me han escrito a mi consultorio emocional varias amas de casa pidiendo consejos de cómo manejar su realidad, ya que, actualmente, las reglas de juego han cambiado e incluso se han invertido.
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